LOS IDEALES Y LA VIDA
Aunque parezca
un tema filosófico, lo cierto es que, siendo seres racionales, con
inteligencia, voluntad y libertad, somos a la vez responsables de nuestra vida,
de nuestras actitudes y de nuestra relación social. Eso es lo que nos diferencia
y nos coloca por encima del reino animal. Por lo tanto, es un tema vivencial y
concreto.
Algunas
circunstancias con las que nos provee la vida, algunas exitosas, y otras no
tanto, como las frustraciones, el dolor
físico o espiritual, un accidente, la enfermedad o la muerte de un ser querido,
nos inducen a tratar de tener en claro nuestros ideales, muy apareados al
sentido de la vida, para evitar el vacío o el sinsentido. Nietzsche decía que “Cuando hay un porqué para vivir, se podrá
superar cualquier cómo”. Ayuda
muchísimo en la vida el tener ideales o un Ideal claro, noble, atractivo y
posible, para “conducir” o “tomar las riendas” de nuestra vida, evitando que
otros la manipulen con intereses mezquinos o bastardos.
Es cierto que
todos, en definitiva, buscamos la
Felicidad, pero si la queremos hallar en valores falsos o
perecederos, tarde o temprano sobrevendrá la frustración o la desilusión, con
el consiguiente sufrimiento o desesperación.
Nuestra
personalidad crece con el Ideal, y la vida adquiere valor, sabor y color. El
Ideal da sentido y contenido a nuestros actos y a la respuesta que debemos dar
a cada circunstancia, prevista o imprevista. Entonces estaremos obrando por
convicción y no por instinto. Nos ordena para un determinado fin. Abarca un
conjunto de ideas, preferencias y aspiraciones, pues un ideal sin ideas es no
tener idea de lo que es un Ideal.
Tenemos una
responsabilidad mayúscula, que es dejar el mundo un poco mejor de lo que lo
hemos recibido, caso contrario nuestra vida habrá sido estéril, infecunda,
intrascendente. Los talentos que hemos recibido, los tenemos que utilizar y multiplicar.
Convencidos de
la necesidad de un Ideal para que nuestra vida tenga sentido, será beneficioso hacer
el esfuerzo de detenernos para pensar o meditar en esto, aunque los ruidos
externos e internos sean obstáculos. Será necesario jerarquizar los valores,
ordenarlos desde lo importante a lo intrascendente, a fin de no ser arrastrados
por las corrientes del consumismo, el hedonismo y el individualismo que nos
acosan y hasta nos sofocan.
Más que
dedicar tiempo a aquello que “esperamos de la vida”, será más positivo,
motivador y alentador pensar qué es lo que podemos “dar a la vida”, a los seres
queridos, a la sociedad, al mundo. Y así podremos comprobar, al finalizar
nuestro recorrido, que “nos hemos realizado”.
Es cierto que
nos hallamos en el tiempo en el que “se decretó la muerte de los ideales”,
afirma el sociólogo Zigmunt Baumann, y es por eso que “el ser humano se halla
desesperadamente buscando el sentido de su existencia”. Esa crisis existencial
es motivo para revalorizar la importancia de vivir con ideales motivadores,
fundados en la verdad.
Historias
recientes y actuales revelan el poder de los nobles ideales. Bástenos mencionar
lo que lograron Mahatma Gandhi, M. Luther King, Nelson Mandela, Madre Teresa de
Calcuta, Paul Harris y el Dr. Abel Albino, entre muchos otros anónimos que
silenciosamente ofrendan su vida por una humanidad más digna y solidaria, unida por los lazos de la paz y el amor.
Ricardo José Arnoldi
Rotary Club - Casilda
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